«Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo»
Con
la ascensión del Señor se consuma la encarnación del
Verbo que ha glorificado en sí a la naturaleza humana
que había asumido para redimirla. La presencia de Cristo
glorificado a la derecha del Padre es una presencia de
intercesión sacerdotal por todos nosotros. Él nos
enviará el Espíritu que actuará siempre con nosotros en
la labor de anunciar la conversión y el perdón de los
pecados a todos los pueblos. Él es, por tanto, el autor
de la santidad y la gracia que se nos da en los
sacramentos. El Señor volverá al fin de los tiempos para
dar plenitud a lo que ha comenzado a gestarse en su
ascensión: nuestra entrada definitiva en la casa del
Padre...
(Liturgia
y comentario)